En el contexto de las multitudinarias protestas ciudadanas contra la ley que ha convertido en obligatorias once vacunas para todos los niños italianos, mi editor en Italia me propuso escribir junto al Dr. Enric Costa un artículo especial para publicar en la revista Scienza e Conoscenza. Comparto aquí el texto completo en castellano.
¿Son necesarias las vacunas?
No cabe duda que estamos ante
una oleada de autoritarismo y desprecio de los derechos fundamentales
consagrados en las constituciones de toda Europa. Administrar fármacos -vacunas
incluidas- de modo forzoso con amenazas de multas e incluso retirada de la custodia
de los hijos es una acción gravísima que viola derechos constitucionales
nacionales, acuerdos europeos y tratados internacionales.
Es fácil comprender que sería absurdo obligar por ley a
adoptar prácticas saludables por mucho que estas estén suficientemente probadas
y aceptadas mayoritariamente: ¿nos parecería razonable obligar a todo el mundo
a hacer media hora de ejercicio diario? ¿a seguir estrictos regímenes
alimenticios? ¿nos parecería razonable prohibir la venta y el consumo de
tabaco? ¿Por qué entonces las leyes y decretos que obligan a vacunar a nuestros
hijos parecen tan razonables a algunos, probablemente a muchos?
Pues bien, ante el
alarmante interés que están demostrando muchos políticos en Europa para obligar
a la población al consumo de vacunas industriales bajo el peso de la ley, los
ciudadanos y médicos que no nos vacunamos queremos reclamar nuestro derecho a
ser dueños de nuestra vida individual; un derecho reconocido en todas las
constituciones de los países democráticos y que los distingue de los países
totalitarios y dictaduras.
Pero por si esto no
fuese suficiente, invitaríamos a estos políticos a que se hicieran la siguiente
reflexión: Hace unos 60 años que existen las vacunaciones masivas;
anteriormente solo se administraron a población reclusa, a huérfanos y a la
soldadesca, hasta que en los años 50 y 60 empezaron a masificarse y a vacunar a
casi toda la población infantil; por tanto cabe preguntarse… si son tan
indispensables las vacunas como para hacerlas obligatorias… ¿cómo ha podido
sobrevivir la humanidad durante cientos de miles de años… sin vacunas ni
antibióticos?
Si al reflexionar
sobre esa realidad histórica no llegan a la conclusión de que las vacunas no
parecen ser tan necesarias como las presentan, queremos informar al lector que
algunos médicos pensamos que las vacunas no solamente no son necesarias sino
que, además, carecen del más mínimo sentido biológico; y por carecer de sentido
biológico pueden ser y, de hecho, lo son, peligrosas para la salud… ¿por qué decimos
que no tienen sentido biológico las vacunas?... pues porque son una
consecuencia de una teoría médica
propia del siglo XIX que ha quedado totalmente
obsoleta y superada por los propios avances en microbiología que se han
producido en el siglo XX.
LA TEORÍA DE LA INFECCIÓN
CONTRA
EL NUEVO CONCEPTO DE
MICROBIOMA
Como hemos dicho, la teoría de
la infección también denominada teoría
microbiana de la enfermedad, nació en el último tercio del siglo XIX y fue
como consecuencia de la aplicación de los primeros microscopios en medicina;
con ellos se hicieron visibles unas formas de vida diminutas y hasta entonces
invisibles: los microbios.
Ese hallazgo dividió
a la clase médica en dos grandes grupos: El
primero de ellos lo formaron la
mayoría de médicos de la época que pensaron que el microscopio no los había
creado sino tan solo hecho visibles y que, por tanto, si los microbios estaban
ahí, en nuestra piel, nuestra boca y nuestro intestino…sería por algo. Puesto
que hasta la fecha habían pasado desapercibidos… quizá cumplían alguna misión
que desconocíamos. En todo caso sería prudente esperar y observar. Este primer
grupo de médicos dio muestras, con su actitud, de poseer virtudes propias del
rigor científico: prudencia para afirmar novedades y paciente observación hasta
recabar suficiente información para saber lo que realmente es aquello que se
quiere conocer.
El segundo grupo de médicos fue capitaneado
por un industrial que no era médico, el conocido Louis Pasteur, y desde el
primer avistamiento de los microbios afirmaron que producían enfermedades y que
esos nuevos invitados eran peligrosos y que había que defenderse de ellos con
productos industriales: antisépticos, sueros y vacunas.
Era la primera vez
que los veían con sus rudimentarios microscopios de apenas 20 ó 40 aumentos; no
tenían experiencia previa, puesto que acababan de entrar en la escena
científica y apenas habían avistado a unas pocas especies… sin embargo estas
carencias de conocimiento no les impidió afirmar categóricamente que esos gérmenes
recién vistos eran unos asesinos implacables. Este segundo grupo de médicos,
desde luego, no dio muestras de prudencia científica, más bien, parecían tener
prisa.
Era el tiempo de la
revolución industrial y, curiosamente, a la incipiente industria química y
farmacéutica le pareció muy interesante la
visión sobre los microbios que tenía este segundo grupo de médicos encabezados por el industrial francés
Pasteur, puesto que si había que fabricar productos para defendernos de esos
nuevos invitados significaba que el mercado era enorme. Esta gran simpatía
entre la nueva teoría de la infección y
el mundo industrial fue capital para que se instalara como teoría dominante
y que su dominio se haya mantenido hasta el día de hoy.
Así, en estos
momentos, la inmensa mayoría, por no decir la casi totalidad de las personas,
se trate de gente de a pie con una cultura media o de gente con títulos,
carreras, másteres, especialidades y curriculums de altura, creen a pie
juntillas que esa teoría es correcta. Es más, creen y confían en que en su día,
sus defensores demostraron que era correcta como afirma cualquier enciclopedia,
manual especializado o libro de texto escolar. Sin embargo, el lector debe
saber que no es así en absoluto.
LOS PLAGIOS, FRAUDES
Y MENTIRAS DE PASTEUR
El mencionado industrial francés al que debemos la pasteurización plagió a su maestro Antoine Bechamp y a
otros científicos alterando sus descubrimientos y tergiversándolos, se aprovechó del trabajo de sus
colaboradores atribuyéndose el mérito de sus descubrimientos lo que, dicho sea
de paso, le valió una pensión vitalicia del gobierno, y finalmente -como
demuestran sus notas de laboratorio que quiso mantener ocultas- alteró resultados de sus experimentos
para que encajaran con las ideas que quería defender: la culpabilidad de los
microbios, idea que tampoco era suya, ya que cien años antes, en 1762, el Dr.
M. A. Plenciz ya había publicado un libro titulado precisamente Teoría Microbiana de las Enfermedades
Infecciosas.
Habitualmente se
alude a los famosos Postulados de Koch
para afirmar que son la demostración de que la teoría de la infección es
correcta. Pero los postulados no son propiamente una demostración, sino unos
criterios que deberían servir para demostrar la culpabilidad de los microbios.
De hecho sabemos que Koch cambió el
primero y fundamental de los postulados que decía: "El microorganismo tiene que ser encontrado en abundancia en todos
los organismos que sufren la enfermedad, pero no en organismos sanos".
Las palabras finales fueron suprimidas ante la evidencia de que la inmensa
mayoría de las personas sanas, como ya hemos explicado, tienen a las bacterias
supuestamente responsables en su interior.
Como ejemplo de que
la teoría de la infección no se impuso tras un debate científico que
estableciera su validez sino, como hemos apuntado, por intereses de la
industria, citaremos dos declaraciones de principios del siglo XX
suficientemente elocuentes: en el volumen 180 del 20 de marzo de 1909, la
prestigiosa revista The Lancet,
decía: "todos estos postulados
raramente se cumplen, por no decir nunca... muchos organismos a los que se
considera causantes de enfermedades se encuentran con frecuencia en personas
sanas... por tanto no podemos confiar en
los postulados de Koch como una prueba decisiva de causalidad".
Por su parte, el Dr.
M. L. Leverson, durante una conferencia en Londres el 25 de mayo de 1911, dijo
estas palabras: "Toda la estructura
de la teoría microbiana de la enfermedad descansa sobre asunciones las cuales, no solo no han sido probadas, sino que son
imposibles de probar y muchas de ellas pueden ser contempladas como el
reverso de la verdad".
UNA GUERRA CON “FUEGO
AMIGO”.
Entretanto, el primer
grupo de médicos que hemos mencionado, el de los prudentes que no tenían prisa,
comprobó unos años después y con microscopios de 400 y 600 aumentos que esos
gérmenes que estaban siendo acusados de asesinos, en realidad, eran nuestros
socios y vivían con y dentro de nosotros desde siempre. A partir de los años 70
se introdujeron en biología unos conceptos que no se conocían en la primera mitad del siglo XX; estos
nuevos conceptos fueron el de: ecosistema
o hábitat natural y el de simbiosis de
especies y el lector debe saber que, para muchos médicos y microbiólogos,
los microbios que fueron identificados como causantes de enfermedades como la
difteria, la meningitis, el cólera, la tuberculosis… son gérmenes que poseemos todos los humanos en estado de salud y
que, en realidad, nuestros gérmenes no son nuestros enemigos sino que son
nuestros socios biológicos y conforman lo que se llama el microbioma humano. Nuestro cuerpo es su ecosistema y cumplen una serie de funciones digestivas,
metabólicas, defensivas insustituibles, por lo que son nuestros apreciados simbiontes.
Volveremos enseguida
a estos descubrimientos, pero antes queremos explicar cuáles han sido las
consecuencias que ha tenido para la población de occidente el dominio académico
y mediático de la obsoleta y decimonónica teoría
de la infección sobre la realidad del microbioma
comprobada con mucho más tiempo y mejores medios.
Hemos dicho que el
primer grupo de médicos era mayoritario a finales del siglo XIX y principios
del XX y eso protegió a la población
de ser medicados con las primeras vacunas y productos antisépticos que eran tan
tóxicos y peligrosos que todos, sin excepción fueron abandonados unos años
después. Pero, después de la segunda guerra mundial, el predominio indiscutible
de la teoría de la infección era total y, desde entonces (años 50 y 60) se
procedió a la vacunación masiva de toda la población y al consumo también
masivo de antibióticos.
Las vacunas prometían
tener la capacidad de mejorar nuestro sistema
inmunitario y hacerlo más eficiente frente al ataque de los gérmenes; y los
antibióticos habían demostrado que
mataban a los gérmenes porque les impedían la síntesis de proteínas necesarias
en su metabolismo de membrana. En los años 90 se supo que tenían esa acción
letal sobre los gérmenes porque afectaba el ADN de éstos y distorsionaban su
mensaje genético.
Hay que decir que los
antibióticos serían una medicación antibacteriana ideal, para los que creen que nuestros gérmenes son agresivos, si
en realidad ejercieran su acción tóxica sólo y exclusivamente sobre el grupo de
bacterias que se cree que son la causa de la enfermedad y sobre la zona o el
órgano del cuerpo que se cree infectado; por ejemplo si ante un diente
infectado o una herida en un determinado sitio… el antibiótico sólo actuara
sobre esas bacterias y esa zona aislada del organismo… pero eso no es así ni
remotamente. Resulta que la acción tóxica del antibiótico no es selectiva en absoluto y ataca igualmente el ADN nuclear y al
ARN mitocondrial de las bacteria y de todas las células de nuestro organismo,
provocando los mismos estragos. No es posible, hasta la fecha, separar el
ataque sobre las bacterias del ataque sobre nuestras células.
LOS EFECTOS COLATERALES
DEL BOMBARDEO
INDISCRIMINADO.
Como la visión paranoica de
la infección ha sido dominante y
excluyente desde los años 60 del siglo pasado, como consecuencia, toda la
población ha sido sometida a múltiples vacunaciones con la intención o,
podríamos decir, la promesa prematura de que con esa práctica se iba a mejorar
el sistema inmunitario de las nuevas
generaciones que, por ello, se iban a convertir en los primeros humanos cobaya que se iban a someter a una
nueva experiencia que no conocían sus antepasados.
Pasaron unos pocos
años y a finales de los años 70 empezaron a aparecer unas enfermedades nuevas y desconocidas: Enfermedad de
Kronn, esclerosis múltiple, colitis ulcerosa, intolerancias alimentarias,
dermatitis, alergias variadas… que se
hicieron cada vez más frecuentes y afectaban exclusivamente a la joven
generación de cobayas que se habían sometido al experimento de mejorar su
sistema inmunitario mediante las vacunas.
Pero lo que más
sorprendió a los patólogos de los años 70 fue descubrir que esas nuevas enfermedades estaban siendo
producidas por el propio sistema
inmunitario de esos individuos a los que se había vacunado múltiples veces
con la intención de mejorar ese mismo sistema
inmunitario. Lo tuvieron tan claro que las llamaron enfermedades autoinmunes porque vieron claramente
que el sistema inmunitario de estos enfermos, de repente, se había vuelto traidor
y en vez de defender al organismo como había hecho siempre, por alguna razón,
identificaba a los propios órganos y sistemas como alienígenas y los atacaba
con todo su potencial.
Esas enfermedades
empezaron a aparecer en la década de los 70 y han ido aumentando en frecuencia
de una manera exponencial, hasta tal punto que las enfermedades autoinmunes afectan casi a la mitad de
la población en la primera década del tercer milenio.
El sistema sanitario y docente oficial niega, rotundamente, cualquier relación
entre el hecho de haber manipulado masivamente el sistema inmunitario por primera vez en la historia… y la aparición,
por primera vez en la historia, de una enorme cantidad y variedad de
enfermedades autoinmunes… pero… ¿qué
opina el lector?
Las nuevas
generaciones de ciudadanos cobaya no solo padecen de enfermedades autoinmunes,
sino que se ha detectado también una situación totalmente novedosa a la vez que
demoledora que nosotros achacamos a la acción de los antibióticos. Sabemos que estas sustancias matan bacterias y
paralizan su reproducción porque afectan a su ADN y sabemos que no hay forma de
impedir que afecten también al ADN de nuestras propias células; como
consecuencia de este ataque continuado al ADN de las nuevas generaciones se han
producido dos fenómenos graves: la
infertilidad de los jóvenes cobayas; según los informes del Banco Mundial,
la fertilidad ha disminuido en el mundo un 50% en los últimos cincuenta años; y
la aparición masiva de las denominadas enfermedades
raras que son un grupo de nuevas enfermedades que se caracterizan por su
atrocidad, puesto que como son consecuencia de alteraciones del ADN y ARN, los
niños descendientes de padres cuyos genes están distorsionados nacen con
malformaciones en órganos y sistemas. En la actualidad hay controlados 27
millones de casos en Europa, otro tanto en Estados Unidos y 42 millones en
Iberoamérica, es decir unos cien
millones de personas entre Europa y América; nunca hubo una epidemia de tal
magnitud ni ferocidad.
LOS ÚLTIMOS DESCUBRIMIENTOS
DE LA BIOLOGÍA
DAN LA RAZÓN A LOS MÉDICOS
TRADICIONALES
Hemos dicho que las primeras
vacunas despertaron la desconfianza de los médicos tradicionales y naturales
que entendían que los problemas de salud respondían a condiciones de vida individuales
y no a supuestas invasiones que provocaran enfermedades en serie para ser
combatidas con productos también fabricados en serie. Pues bien, como ya hemos
apuntado, las más recientes investigaciones en biología están dando la razón a
esos médicos que trataban enfermos y no enfermedades y poniendo en evidencia la
guerra autodestructiva contra los microbios.
De hecho, uno de los descubrimientos claves se produjo a
mediados del siglo XX y poco a poco va ganándose el respeto de más y más
profesionales y académicos: nuestras células son el resultado de la fusión de
diferentes microorganismos que continúan viviendo en simbiosis, de modo que nuestro ADN integra la información genética
de bacterias y virus, y en nuestras células continúan viviendo antiguas bacterias
que posibilitaron la obtención de energía a partir del oxígeno: las mitocondrias celulares, que tienen su
propio ADN y que son tan sensibles a los antibióticos como cualquier otra
bacteria de nuestro microbioma.
La primera descripción del microbioma -que incluye
bacterias, arqueas, levaduras, eucariotas unicelulares, helmintos, hongos y
virus- ya le valió un Premio Nobel al microbiólogo Joshua Lederberg en 1958.
Ahora, sesenta años después, sabemos que la madre trasmite poblaciones de
microbios al feto durante su estancia en el útero -se han encontrado bacterias
en la placenta, en el cordón umbilical, en el líquido amniótico, en membranas
fetales y en el meconio- sumándose posteriormente otras durante el parto
vaginal y, una vez nacido el bebé, mediante el contacto piel con piel y a
través del calostro y la leche materna que contienen 700 especies bacterianas,
cuya función es aún desconocida pero que muy probablemente tendrán relación con
los mecanismos de equilibrio y convivencia que caracterizan la simbiosis.
¿TENEMOS UN EJÉRCITO DEFENSIVO O
UN SISTEMA REGULADOR DE LA SIMBIOSIS?
La teoría de la infección
planteaba una visión belicista de salud, como si las enfermedades fueran
invasiones que llegan del exterior y nada tienen que ver con nuestros hábitos
de vida o nuestra alimentación o el estado de pureza del aire que respiramos,
sino con ejércitos invasores. Esa visión trasnochada y un poco paranóica se
complementaba con otro elemento imprescindible en cualquier enfrentamiento
bélico: un ejército defensivo encargado de luchar contra los microbios y que
podría entrenarse para ello mediante la administración de vacunas, que serían
una imitación debilitada del enemigo para conocerlo y aprender a neutralizarlo.
La pregunta que nos hacemos ahora es si es real ese
ejército, si realmente hay que interpretar el llamado "sistema
inmunitario" de ese modo y si es cierto que su función principal sea
luchar contra los microbios. Así es como se interpreta desde una lógica
belicista, pero si se aplica la lógica de la cooperación en lugar de la lógica
del enfrentamiento, entonces no puede por menos que sonar contradictorio que la naturaleza nos haya dotado de una multitud de
pequeños colaboradores que cumplen funciones a veces tan cruciales como regular
el crecimiento del feto, y al mismo tiempo pusiera ahí, a su lado, un ejército
para exterminarlos.
Hagamos un esfuerzo para mirar sin prejuicios. Según los
cálculos más recientes, nuestro organismo tiene por término medio unos 37
billones de células, un uno por ciento de las cuales muere cada día y debe ser
repuesto. Partes de estas células son aprovechables, es decir, reciclables,
pero el resto, al igual que los productos de desecho del metabolismo es
literalmente basura que hay que eliminar: el reciclaje y la eliminación de la
basura son tareas fundamentales para la salud medioambiental en un pueblo y en
un organismo, que es un ecosistema a pequeña escala.
¿Quién hace esa tarea? ¿Quiénes son los basureros del
cuerpo? Una vez más, las recientes investigaciones van dando la razón a las
medicinas tradicionales y naturales. Tanto la tarea fundamental de limpieza
como otras relacionadas con la producción de energía o la regulación de la
convivencia las lleva a cabo un sistema desarrollado como fruto de la
interacción con el entorno durante miles de millones de años que se denominó
"sistema inmunitario" desde el paradigma belicista pero que con los
conocimientos actuales podríamos denominar a partir de sus funciones
"sistema de reciclaje y limpieza", o mejor aún "sistema de
regulación de la simbiosis" ya que la finalidad última de todas las tareas
que cumple es la buena convivencia.
En los límites de un artículo no podemos explicar en
detalle la compleja estructura de este sistema y las funciones que realiza en
colaboración con numerosos órganos y tejidos. La idea clave que queremos
trasladar es que no se trata de un ejército que luche contra los microbios que
nos invaden, sino que cumple diversas tareas para mantener el equilibrio interno y la simbiosis con nuestros microbios.
Aún no conocemos con precisión cuando comienza y cuánto
dura el desarrollo de ese sistema y de sus conexiones con el resto del
organismo así como de las interacciones con bacterias y otros microorganismos
del microbioma. La neurología, la psicología, la neonatología, la
endocrinología, la bioquímica y otras disciplinas van añadiendo poco a poco
elementos a un proceso estimado en torno a los dos años, lo que supone que una
gran parte de las vacunas se administran en el momento en que se está desarrollando
ese delicado y complejo proceso de maduración, lo que con toda probabilidad
debe jugar un papel en las llamadas "reacciones adversas" pero
también en todos los nuevos problemas de salud y enfermedades que ya hemos
mencionado.
En definitiva, nuestras investigaciones nos llevan a
concluir que las vacunas no tienen
sentido biológico, es decir, no se corresponden con la lógica de los
procesos vitales, y no tienen base teórica demostrada. Como consecuencia de
todo ello, dudamos profundamente que hayan podido erradicar enfermedades o
proteger contra ellas; más bien creemos que sucede lo contrario: son peligrosas para la salud y la vida,
y responsables con toda probabilidad de una multitud de nuevas enfermedades
graves, crónicas y degenerativas.
Los argumentos que hemos expuesto en este artículo nos
parece que refuerzan la legitimidad de la lucha que en estos momentos está
llevando a cabo la ciudadanía en Italia y que muy probablemente se extenderá a
otros países ya que, a la vista de los daños que han causado ya las vacunas y
del enorme peligro que suponen de cara al futuro, es más importante que nunca
buscar información crítica, difundirla al máximo y oponerse firmemente a las
leyes y decretos que pretenden impedir nuestro derecho a decidir.
El Dr. Enric Costa (Gandía, 1955) es licenciado en medicina y cirugía y ejerce desde hace 38 años como médico de familia desde un perspectiva holística. En 2016 escribimos y publicamos conjuntamente el libro Vacunas: una reflexión crítica, publicado por iEdiciones en castellano y por Llibres de l'Index en catalán.
Más información: Presentaciones y reseñas del libro Vacunas: una reflexión crítica
Artículo publicado inicialmente en el número 62 de la revista Scienza e Conoscenza, en septiembre de 2017, con el título "I vaccini: sono davvero necessari?".
Respeto tu opinion pero en algunas cosas poseo una vision diferente
ResponderEliminarte agradezco igual
Siempre veo tus articulos
Totalmente de acuerdo con el mensaje central: las vacunas tienes más riesgos que beneficios y por tanto no se debe obligar a nadie a usarlas
ResponderEliminarSegún mi experiencia como terapeuta estos últimos 10 años, Las vacunas hacen daño según tenga el bebé el sistema inmunitario al nacer. Y este dependerá de lo vivido durante los nueve meses de gestación o sea de las emociones de sus padres y entorno de estos entre otras cosas.
ResponderEliminarSamuel:
ResponderEliminarNo es una mera opinión, sino una posición basada en datos, argumentos y evidencias.
Me gustaría conocer esa visión diferente.
Gracias.
J
Rafi:
Desde mi punto de vista no tienen absolutamente ningún beneficio y muchos más riesgos de los que se admiten.
Gracias.
J
Marisa:
Hasta donde he podido aprender, eso que llamamos "sistema inmunitario" erróneamente no está formado al nacer.
De hecho, las primeras vacunas contribuyen a distorsionar su correcta formación.
Gracias.
J
Buenas noches tengo una niña de dos años seis meses y solo tiene las tres vacunas primeras pero el papa y yo decidimos no seguir poniendo vacunas pero la mañoria de las personas nos dicen que cometemos 7n gran herror y para poder ingresarla �� la guarderiA NOs piden que que le pongamos las demas vacunas o la carta de aogin medico que habale nuestra decion no sabemos que hacer
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarMe llamo Enrique y vivo en León junto a mi mujer y mi hija de cuatro años de edad.
Este tema nos ha interesado mucho desde hace años. Fuimos de los primeros en comprar el libro que aquí se recomienda de el Doctor Enrique Costa y Jesús. Anteriormente habíamos leído abundante documentación, tanto en contra como a favor, y asistido a numerosas charlas de médicos que hablaran sobre vacunas.
Tras una dilatada reflexión decidimos no vacunar a nuestra hija de nada...
Cuatro años después estamos convencidos de que ha sido acertada esta decisión.
Mi hija nunca ha necesitado ningún tipo de fármaco. Antibiótico, vacuna, febrífugos, homeopático. Nada de nada. Pero ni ella ni tampoco sus padres en los últimos diez años.
Optando por una vida sana sin tóxicos.
Sí hemos pasado varios procesos catarrales, resfriados, etc.
Descanso y respetar los ciclos naturales de autoregulación de nuestro ecosistema microbiano.
Esa es nuestra experiencia.
Espero que les sirva a los lectores de este estupendo blog de Jesús.
Un abrazo.
Enrique
Mentira! En Rio había vacuna obligatoria mucho antes. Mira Osvaldo Cruz.
ResponderEliminarEnrique
ResponderEliminarSi, como tu hija no se vacuno cuando tuvo un resfriado seguro que contagio a la gente vulnerable, y quizas las personas de la 3ra edad tuvieron complicaciones o quizas murieron, cueva de antivacunistas genocidas!!!
Anónimo:
ResponderEliminarLos resfriados se llaman así porque los provoca el frío.
Y gracias por tus insultos: dejan bien claro que no tienes argumetos.
J
muy bien te felicito, es una realidad que llena de odio a los que defienden las vacunas y que trabajam con ellas, su ego no les permite aceptar que se esta cometiendo un delito de lesa humanidad y que se le dio luz verde a un procedimiento que no se ha demostrado cientificamente y con rigor sus beneficios, se necesitan estudios de los vacunados y no vacunados, es evidente los daños a la salud producidos por las vacunas como enfermedades neurodegenerativas ALZHEIMER, enfermedades autoinmunes para generar cronicidad de por vida ELA, LUPUS ERITEMATOSO SISTEMICO, ARTRITIS REMATOIDEA, FIBROMIALGIA,daños neuronales en niños, AUTISMO no se le informa a las personas en un consentimiento informado sobre los efectos adversos graves causados por los componentes de las vacunas tales como metales pesados, MERCURIO, ALUMINIO, TUGSTENO, MOLIBDENO, y detergentes como el ESCUALENO, TRIOLEATO, Y POLISORBATO 80 la cual son coadyudantes de que los toxicos entren en la celula y enfermen el huesped, y a las enfermedades como el alzheimer las clasifican como IDEOPATICAS osea sin conocimiento de causa, es una maldad medica increible, el maximo virologo a nivel mundial STEFAN LANKA gano en los tribunales de alemania sobre que el sarampion no lo causaba ningun virus y lo demostro, todo es un fraude cientifico asi como la poliomielitis no es causada por ningun virus sino por toxicos, y los meningococos y la difteria son microorganismos nuestros, pues asi es que se ha venido haciendo trampa y fraude en la medicina a traves de una falta teoria microbiana y de contagio por koch y pasteur, quien tiene la razon es antony berchamp y las leyes del Dr hamer.
ResponderEliminarExelente
ResponderEliminarGRACIAS!
ResponderEliminarLeo tu artículo a dos años de iniciada la plandemia del coronavirus cuando los gobiernos apuntan sobre los no vacunados.
Tenemos que tirar este sistema al basurero de la Historia. De eso depende nuestra supervivencia y la de Gaia.
Un gran abrazo agradecido querido Jesús
Cordial saludo. Quisiera saber cómo se explica por ejemplo un eventual "contagio" de enfermedades como la gripa en una casa, o en una una guardería y por otro lado por qué en ciertos casos los antibióticos surten efecto en algunas "infecciones" por "microbios". De antemano gracias por la aclaración 🤠
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