En 1915, el obstetra Joseph DeLee expuso su visión del parto como un "proceso patológico" que debía ser atendido exclusivamente por obstetras, recomendando el uso sistemático de fórceps y episiotomía, la administración de sedantes y cloroformo, así como derivados del trigo para acelerar la salida de la placenta. Sus tratados se convirtieron en influencia decisiva a partir de los años treinta del siglo XX, contribuyendo así al olvido de conocimientos tradicionales y a la medicalización de los partos.
La confianza en los procesos naturales aporta una seguridad instintiva durante todo el embarazo que permite minimizar los análisis, tests y ecografías que pueden repercutir en el desarrollo neurológico, las células sanguíneas y la estructura genética del bebé.
Aunque hace treinta años la OMS consideraba que las intervenciones médicas solo están justificadas en un 10% de los partos, la realidad es justo la contraria: solo una minoría transcurren de modo natural y espontáneo. Por eso es tan importante asumir un papel activo.
Las evidencias científicas a favor del parto natural
Al comparar partos hospitalarios y partos naturales en casa, estos últimos resultan más seguros.
Jesús García Blanca
Artículo publicado en Salud Social, Cuerpomente, 273, enero 2015.
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