Ya está a la venta en su edición décimo aniversario el libro que hace diez años marcó un antes y un después en la crítica a las vacunas.
Escrito por el médico Enrique Costa Vercher y el escritor e investigador social Jesús García Blanca, el libro aparece ahora, diez años después de su publicación original, en una edición especial considerablemente ampliada y actualizada que incluye un análisis crítico de los antibióticos y un riguroso anexo sobre aspectos legales. Asimismo los autores han puesto al día la bibliografía y revisado y actualizado los enlaces a internet.
Si su publicación original supuso un giro radical cuestionando la Teoría Microbiana, base de las vacunas y los antibióticos, esta nueva edición con casi doscientas páginas extra está destinada a convertirse en un clásico del cuestionamiento de los dogmas sanitarios y en una herramienta clave para quienes se opongan a ellos y luchen por una visión de la salud basada en la autonomía y la autogestión crítica.
Edición Décimo Aniversario
Palabras iniciales
Introducción
Prólogo para la edición de 2025
PRIMERA PARTE
La Historia de la Medicina se confiesa
Enrique Costa Vercher
1. La nueva humanidad
Entrevista en Discovery DSalud:
Enrique Costa Vercher
Jesús García Blanca
Entrevista a los autores en el canal Los Contagios no Existen

2 comentarios:
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Un factor fundamental en éste mundo lo establece la muerte, la degradación hasta la extinción representada física y simbólicamente, una extensión temporal de la consciencia.
La sensación de la separación eterna es el trauma original en donde se aglomeran y cobran sentido todos los demás.
A raíz de éste hecho tenemos un cuerpo y consciencia ideal que brinda la coherente falibilidad para generar las condiciones y sensaciones necesarias y así auto convencernos de la inmanencia de la realidad condicionada.
Pero al mismo tiempo, en un mundo en dónde lógicamnre se confunde lo que es con su apariencia, emerge inevitablemente un desarrollo natural de consciencia en el que se desenvuelve nuestro poder reprimido y delegado hacia las apariencias, que interfieren definiendo un intermediario temporal con nuestra propia verdad.
Consecuentemente, el error, que es señalado en tiempo y forma, se conserva en nuestra memoria atemporal, junto a un bastón adaptativo hasta que surge la virtud que resuelve el defecto generador modificándose las referencias. Es el aprendizaje. Las palabras sedimentadas durante el proceso se modifican en su significado, sentido y amplitud, algunas aparecen en la complejidad y otras se desvanecen en la simplicidad.
Muchas indican el gradiente desde la presencia hasta la sensación de total ausencia, y palabras intermedias en la ilusoria frontera media. Cuestión verificada en el matrimonio amo y esclavo, extremos de una misma vara, o de una cuerda disonante, ambos representan el descenso de la consciencia hacia su extremo máximo. "Los angeles caídos".
Descomunicación y comunicación quedan bien diferenciadas.
En la complejidad, sucede el olvido que es dispersión de información en fragmentos desordenados, interpretaciones de interpresaciones, ficciones de ficciones, apariencias de apariencias.
La mecánica del ostracismo es clara, sin embargo en cada fractal subyace el origen del factor de disociación, como también, la verdad conducida por la apariencia como origen.
La cualidad de la palabra entonces, es ser un contenedor, artefacto y vehículo de consciencia. Por lo cual al entrar inconscientemente en un cuento, no se irá a dónde se quiera sino a dónde está predestinado a ir.
A medida que nos despegamos de la mecánica clásica, nuestro poder aumenta y se invierte la dirección del dominio sobre nuestro cuerpo, procurado antes desde un agente y ente virtual.
La desobediencia hacia lo muerto, que es la ley, el saber y la creenica, es hacia las ficciones legales, técnicas y fantásticas que obligan a todos a convertirse en actores dominados por un teatro de realidad, diseñado y construido para establecer un circuito cerrado con autoconciencia al servicio del programador y retroalimentado desde cada partícipe.
Por fortuna, lo que realmente muere es la apariencia, porque es un objeto inerte, un Lázaro avivado por el creyente. Y con su fin, muere todo resquicio de estupidez, esclavitud y tiranía.
La eternidad tiene sus límites, al menos, para los que la reconocen.
Por lo cual, el descubrimiento del poder propio es de experiencia personal intransferible, simplemente se ejerce hasta constatar una verdad que no puede ser robada, pérdida, degradada, comerciada, adeudada, ocultada ni confundida. Aún así, se debe jugar a defenderla en la ficción y acabar con el programador.
El cuerpo morirá, se dispersará en el olvido, en un rato, días, semanas, años, que importa. El tema es cómo se vive, libres, o esclavos temerosos del poder de la ficción y el teatro.
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