¿Por qué pensamos que todos los niños crecen igual y tienen las mismas necesidades? Respetar sus ritmos es nuestro modo de ayudarlos a convertirse en adultos felices.
Casi la cuarta parte de nuestros escolares no acaba la ESO. Todos los expertos coinciden en que este "fracaso" tiene su origen en la primaria. Cualquier persona que pise las aulas de un instituto se da cuenta perfectamente de lo poco que motivan las clases a los alumnos. Incluso los que sacan buenas notas -un grupo cada vez más reducido- lo hacen por presión de padres y maestros, miedo al fracaso o sentido del deber.
Y luego están los "inadaptados", que cada vez ocupan más tiempo de orientadores y psicólogos. Se calcula que entre un seis y un diez por ciento de niños mayores de seis años presenta Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Eso en España supone más de 600 mil niños y niñas, y gran parte de ellos con otros diagnósticos asociados: "Trastorno Oposicionista Desafiante" y una larga lista de trastornos disociales, emocionales, de la comunicación o de aprendizaje.
Estos datos nos están diciendo a gritos que no solo el sistema educativo, sino toda nuestra concepción de la crianza y la educación, está fracasando estrepitosamente. ¿Es posible romper este círculo vicioso en el que adultos infelices deciden cómo educar a hijos que terminan convirtiéndose a su vez en padres y madres infelices?
Artículo completo:
Jesús García Blanca
Cada uno a su ritmo.
Tu bebé, 260, mayo 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario