La mayoría sigue aún hipnotizada, aborregada, paralizada, manipulada… son las apreciaciones habituales para ese ejército que no puede ser más que lo que es porque para eso los diseñaron y fabricaron. No es este el lugar o el momento para analizar su grado de libertad para decidir.
Pero me temo que dentro de la minoría “despierta” (que no es tan minoritaria porque somos varios cientos de millones) hay también una mayoría que no termina de dar el paso que va de la “resistencia”, que no deja de ser una actitud pasiva, a tomar la iniciativa, pasar al ataque, abandonarse a la crisis en el buen sentido de la palabra y ponerse a construir un mundo mejor que no nos avergüence ante nuestros hijos y nietos cuando nos pidan cuentas… que nos las pedirán.
Si queremos cambiar de modo radical el paradigma de salud que hoy domina nuestra sociedad, no podemos conformarnos con esos pequeños argumentitos que sirven para salir del paso o como algunos defienden, para “ir poco a poco” y no asustar a la “gente que aún no ha despertado”.
Yo por el contrario creo que a esa gente hay que echarles un buen cubo de agua fría y dejarnos de tonterías que los sirvientes de los Amos del mundo vienen con todo su arsenal destructivo y no hay tiempo para delicadezas. Así que ahí van algunos ejemplos de esos supuestos argumentos en cuya trampa no hay que caer comentados muy brevemente y sin engorros de referencias científicas (que haberlas haylas) para simplificar la lectura:
El SARS-CoV-2 no se ha aislado tal y como se hizo con otros virus...
—El SARS-CoV-2 no se ha aislado ni nunca se aislará porque no puede aislarse y la razón es que no existen las entidades que la virología denomina “virus”. En algunos casos se trata de partículas celulares, vesículas de transporte o exosomas; en otros casos fragmentos de ADN o ARN humano que tienen su tarea en nuestro medio interno; y en otros son construcciones virtuales realizadas mediante programas informáticos con la intención expresa de hacerlas pasar por nuevos “virus”.
La PCR no es cien por cien fiable como herramienta de diagnóstico...
—La PCR es cero por cien fiable como herramienta de diagnóstico de supuestas enfermedades de las que se culpa a un “virus”. Sin virus no hay componentes del virus, en este caso ADN o ARN para poder diseñar la PCR. Lo que utilizan son fragmentos del genoma virtual que construyen. Lo dicho: cero por ciento.
Un estudio demuestra que los asintomáticos no contagian...
—¿Y los sintomáticos, sí? Pues eso. Los que pretenden liberar a los asintomáticos refuerzan la idea de contagio que es central en esta historia. Un estudio demuestra que los asintomáticos no contagian… pues otro estudio podría perfectamente demostrar que los sintomáticos tampoco. Pero quién va a hacerlo?
La mayoría de los supuestos contagiados de COVID son contagios de gripes...
—De nuevo el contagio. Contagiados por aquí, contagiados por allá… y qué más da? Qué más les da a ellos -quiero decir, a Ellos- que sean de COVID, de gripe o de la próxima recontrapandemia. El caso es reforzar la Teoría Microbiana y las mentiras de sus paladines: Pasteur, Koch y compañía.
La mortalidad de la COVID es inferior a la de la gripe...
—La mortalidad de la qué? Aquí la trampa es otra: reforzar la idea de que existe una nueva enfermedad y por supuesto reforzar la idea de que existe el “virus” culpable: “COVID” = “Corona Virus Disease”, es decir, “Enfermedad por Coronavirus”. Dos pájaros de un tiro que se cuelan por culpa de los despistados.
El indice de mortalidad de la COVID es muy inferior al que se dice oficialmente...
—Aquí se repite la trampa de la nueva enfermedad pero con un añadido importante: las muertes. Asi que aunque sea muy inferior a lo que se dice oficialmente, lo que cuenta es que hay “COVID” y sobre todo, que hay muertes de COVID.
Existen tratamientos alternativos no tóxicos para la COVID...
—Quizá sea ya innecesario insistir. Otro refuerzo de la nueva enfermedad y de que es tratable, claro.
La inmunidad natural confiere más protección que la inmunidad artificial de las vacunas...
—Aquí lidiamos con la trampa complementaria a la del “contagio” y la Teoría Microbiana. Y es que los “cazadores de microbios” primero se inventaron los ejércitos invasores y luego, llevados por su propia lógica belicista, los ejércitos defensores. Así que la trampa en este caso es desviar la atención enfrentando lo natural con lo artificial pero colando el fondo de la cuestión que es el refuerzo de la idea de “inmunidad”. Consciente de que esto exige mayores explicaciones (y me permito remitir a los interesados al libro que firmamos a medias el doctor Enric Costa y un servidor: Vacunas, una reflexión crítica) me limitaré a decir, a modo de provocación, que no, que no existe el llamado “sistema inmunitario” y que de hecho la “inmunidad” es incompatible con la vida.
Estas vacunas no han sido testadas y autorizadas como las anteriores...
—Quienes esto esgrimen parecen no tener ni idea de algo que se llama “relaciones de poder” y que se materializan en puertas giratorias, en sobornos, en influencia o control de las multinacionales farmacéuticas, en la manipulación permanente de Falsimedia (sí, los medios de falsificación de la realidad y censura de las voces críticas) y en definitiva del control de instituciones públicas por los capataces de los Amos del mundo. Todas las vacunas, todas, son inútiles y peligrosas por la sencilla razón de que carecen de sentido biológico y solo pueden producir y llevan más de un siglo produciendo problemas de salud y muertes. Las de COVID y las de no COVID. Las autorizadas por vía de emergencia y las autorizadas por cualquier otra vía que en definitiva son la vía única de la corrupción, la mentira y el crímen.
Y así sucesivamente...
No vamos a cambiar de paradigma si no cambiamos el lenguaje. Y mientras el debate científico-médico avanza aunque sea a pasos de tortuga, podemos ir por delante con un cambio en el lenguaje, desterrando los conceptos que han marcado los dogmas del último siglo y pico.
Dejemos de hablar de “infección”, de “contagio”, de “patógenos”, de “defensas”, de “inmunidad”, incluso de “enfermedad”. Comencemos a expandir la cultura del apoyo mutuo en nuestro medio interno, entre nuestras células y nuestras bacterias, y vamos a ir sustituyendo poco a poco la lógica ilógica del exterminio de microbios imprescindibles para la vida por la lógica vital de la cooperación, la búsqueda del equilibrio, la comprensión de los procesos de la vida liberándonos del mecanicismo y recuperando el fluir de lo vivo.