(4) La inocencia de los que no se vacunan.
La falacia de la inmunidad de rebaño
Llegados a este punto, proponemos al lector un análisis de
la información oficial que nos han proporcionado. Otra vez, no son datos
nuestros que hayamos encontrado después de muchas investigaciones y mucha
bibliografía… son datos ofrecidos por las autoridades oficiales que han llevado
el caso y lo han transmitido y comunicado por todos los medios de información,
pero que nosotros los vamos a aprovechar para ponerlos a disposición del lector
e invitarle a reflexionar y que así pueda descubrir la verdad de toda esta
historia.
Durante mucho tiempo, los que hemos decidido prescindir de
las vacunas por unas u otras razones, hemos tenido que soportar la acusación de
ser un peligro para los vacunados, es decir, para la inmensa mayoría. Esa
acusación de ser un peligro para los demás iba seguida de otra acusación, la de
ser unos parásitos sociales que nos
aprovechábamos de la “inmunidad de rebaño”, es decir, de que los
vacunados no nos podían infectar a nosotros. Esta acusación que ha resultado
ser falsa es la que sirve de excusa y razón suficiente para que muchos médicos
y ciudadanos consideren justa la obligatoriedad de la vacunación.
Pero mira por donde, el caso de Olot, según la propia
información oficial desmiente de forma indiscutible esta acusación que ha
pesado sobre los ciudadanos no vacunados, porque desde el principio del caso
han afirmado en varios medios de comunicación que el foco de infección estaba
en gente vacunada, es decir según la doctrina oficial, los vacunados están
protegidos por el supuesto efecto protector de la vacuna, esta bien; pero,
además, pueden infectar a otros que no lo estén.
Este caso de contagio de la difteria de un vacunado a otro
que no lo está, desmiente totalmente el pretendido efecto de inmunidad de
rebaño… puesto que el rebaño, como han afirmado oficialmente, puede infectar y
ha infectado a uno que no era del rebaño. Un niño no vacunado que era acusado
de beneficiarse de la inmunidad de rebaño de vacunados… ha sido infectado por
éste… entonces ¿donde está el beneficio y la acción parasitaria de los no
vacunados? Este caso ha demostrado
claramente que los focos de infección siempre están presentes, incluso si toda
la población en su totalidad estuviera vacunada. Los ciudadanos vacunados y,
por tanto, portadores sanos continuarían siendo focos de infección… entonces
¿qué importancia tiene que haya un grupo, grande o pequeño que no se vacune?
La reflexión lógica de la información oficial nos lleva a
concluir que no se puede acusar al grupo de no vacunados de propagar entre los
vacunados enfermedades infecciosas, puesto que estos últimos son portadores
sanos que pueden infectar a otros. En todo caso los vacunados portadores sanos
que son el 93% de la población tienen mucha más probabilidad de infectar a los
no vacunados que son una minoría y de reinfectarse entre ellos.
Como además la función de la vacuna es proteger a los
vacunados y no tiene acción germicida alguna ¿De dónde se deduce que los no
vacunados son un peligro para alguien que no sean ellos mismos? Si la mayoría de la población son portadores
sanos… ¿Qué importancia tiene que haya un pequeño grupo de portadores no
vacunados?... ¿Qué importancia tiene el tamaño de un perro u otro, si los dos
tienen pulgas?
A los no vacunados, se les puede tachar, desde el punto de
vista del sistema oficial, de ilusos, de masoquistas, de hippies, de
temerarios, de irresponsables… pero ha
quedado bien claro que no se les puede acusar de ser un peligro para los demás
ciudadanos que están vacunados, puesto que éstos son portadores sanos que
pueden infectar y además, según la doctrina oficial, no pueden ser infectados:
¿qué peligro les acecha entonces?
De lo cual se desprende lo inútil y sin ningún sentido
lógico que sería obligar a todo el mundo a vacunarse para acabar de erradicar
una enfermedad. Puesto que el caso de Olot ha demostrado que los focos de
infección han sido los vacunados.
Lo que muestra que ese deseo político y “religioso”, ese
empecinamiento fanático de imponer la obligatoriedad de las vacunas contra la
lógica más evidente, no obedece a un sentido coherente y racional sino a un
abuso de poder que esconde obscuros y espurios intereses.
Esta reflexión que proponemos al lector, debe servirle para
argumentar contra todos aquellos que esgrimen que los no vacunados son
parásitos de los demás. Ha quedado bien claro, por las propias declaraciones
oficiales, que los no vacunados no tienen, ni pueden tener más capacidad de
contagiar a alguien que los vacunados… y que en todo caso, según la propia
doctrina oficial, éstos son unos irresponsables y unos temerarios… está bien,
nosotros tenemos nuestras razones que explicamos en este estudio, pero ha
quedado claro que no somos un peligro para nadie.
Después de esta primera reflexión, vamos a seguir con el
análisis del caso de Olot y con la propia información oficial que nos han
servido las autoridades sanitarias, puesto que este caso resume todas las
contradicciones, confusiones de lenguaje y mentiras que han caracterizado toda
la historia de la teoría de la infección y de las vacunas. Veamos:
Los médicos que han llevado el caso han dicho que el niño no
vacunado se ha infectado, precisamente, por no estarlo. Sabemos que en la misma
ciudad de Olot hay varias decenas de niños no vacunados y, en el resto de
España, varias decenas de miles que, como el niño de Olot, están rodeados por
la inmensa mayoría de niños vacunados y portadores sanos, como los que rodeaban
al nombrado niño… entonces…
¿Cómo es posible que se haya producido un sólo caso en toda
España y en Olot mismo en un período de 30 años?... ¿Tiene sentido lógico que no haya habido ningún caso en miles de
niños no vacunados, rodeados por otros muchos más miles de niños vacunados y
con capacidad de infectar a los primeros?
Quizá el lector se pregunte ante esta realidad tan extraña:
¿Es muy difícil y complicado el mecanismo de infección de la difteria? ¿Se
necesita quizá contacto intravenoso o visceral entre individuos para que se
produzca el contagio, como se afirma en los casos del SIDA o en la hepatitis B
o C?... Puesto que si el contagio de
la difteria fuera muy difícil y complicado, quizá, esa dificultad podría
justificar la ausencia de contagio durante un período de treinta años.
La respuesta a estas preguntas es negativa, puesto que la
difteria, según todos los manuales oficiales de salud, se contagia a través del
aliento. ¿Hay algo que compartan e intercambien más los niños que juegan juntos
que… el aliento?
Sabiendo esto el lector se puede preguntar con mayor razón:
Si la difteria se contagiara verdaderamente y si, además, fuera por medio del
aliento… ¿Pueden pasar treinta años sin que haya habido un sólo caso de
contagio cuando viven decenas de miles de niños no vacunados rodeados de más
miles de niños portadores sanos con capacidad de infectar a otros no vacunados? Si eso no es posible lógicamente…
simplemente… es que es imposible.
Por tanto, lo que ha ocurrido no es, ni puede ser, ni ha
sido… un caso de una enfermedad epidémica, como se le supone a la histórica
difteria, sino que ha sido un cuadro de amigdalitis aguda con placas y fiebre
alta, es decir, un cuadro de anginas; un cuadro medianamente frecuente en
nuestros días y que cualquier médico internista español atiende varias decenas
de veces al año. Por tanto el niño se presentó con un cuadro de anginas y fiebre…
sólo que inversamente a lo que pasó en España en los años sesenta que se cambió
el nombre de difteria por el de amigdalitis aguda…y desapareció la difteria;
por el mismo efecto transformador del lenguaje actuando en dirección opuesta,
es decir, llamando con el nombre de difteria a un cuadro de amigdalitis aguda…
ha vuelto la difteria a la realidad española… porque en realidad no son
enfermedades distintas, como ya hemos explicado, son un único y mismo cuadro,
la difteria y las amigdalitis son la misma enfermedad, son el mismo perro pero
con diferente nombre en el collar… ¿curioso, verdad?
Esta conclusión que ofrecemos a la reflexión del lector la
vamos a explicar con más detalle, y para ello nos serviremos, de nuevo, de los
acontecimientos hechos públicos por los técnicos oficiales que han llevado el
caso; y que hay que decir que han dado bastantes datos en los medios de
comunicación, aunque lo hayan hecho con intención de escenificar su papel de
protectores y salvadores y, también, cómo no, para arremeter contra los
irresponsables que no se vacunan.
Desmontando el caso Olot
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2 comentarios:
Estoy alucinando. Una prpregunta, entonces porqué la han catalogado de difteria y no de amigdalitis? Cómo es que no pudo curarse? Me comentaron que los padres no quisieron tratarlo en una primera instancia. Gracias por abrirnos los ojos. Estoy operado de anginas por lo que tuve difteria. Que gracia
De niño tuve anginas dos o tres veces al año durante toda la escuela primaria, algunas veces con placas, y varias veces más desde entonces.
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